En el proceso de mercantilización de la salud, los medicamentos junto con recientes avances en el conocimiento científico y la tecnología han dado lugar al desarrollo de una amplia gama de nuevas pruebas, nuevos agentes farmacológicos, y nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos, constituyéndose en un área central en la puja por el poder económico, desarrollando diversas estrategias para aumentar sus ganancias y mantener la hegemonía, en un momento en el que el mundo se plantea la sostenibilidad del sistema.
La crisis económica ha puesto en evidencia los problemas que tiene la financiación de los sistemas públicos de protección social, pero también y sobre todo, los grandes problemas que tiene un sistema económico basado en la especulación financiera y que ha producido la búsqueda de nuevos nichos de negocio, convirtiendo la prestación de servicios de salud básicos tanto públicos como privados en objeto de los deseos empresariales.
Existe un consenso generalizado de que en torno al 30% de la utilización tecnológica no está basada en ninguna evidencia científica y en otro 30% de los casos es cuestionable, igualmente mediante la sobreutilización estamos perpetuando graves desigualdades económicas. El significado de «No hacer daño» ha cambiado, creemos que «hacerlo todo» es la mejor práctica y la única manera de prevenir el daño, pensamos que va a protegernos de la culpa, la mayoría de los médicos no toleran la incertidumbre, son intensamente adversos al riesgo tal y como menciona Sean Palfrey, MD en New England.
La tecnología, por novedosa y por espectacular, impresiona a propios y a extraños; es lo que Enrique Bernal y Salvador Peiró han denominan fascinación tecnológica. Por ello, todo profesional debería cuidarse de los espejismos que la tecnología genera y tener claro que la tecnología sólo es un medio y no un fin.
¿Realmente quienes son los máximos beneficiarios en la realización de una prueba, el paciente, los laboratorios, la industria farmacéutica, los administradores del sistema sanitario?¿Deberíamos replantearnos y redescubrir el valor del juicio clínico, la importancia de la reflexión personal, científico-técnica, intelectual y administrativa de nuestros médicos?
Nuestro tiempo y atención se han desviado a la tarea de clasificar los datos en lugar de aclarar lo que es importante. Debemos adecuar la utilización tecnológica y la práctica clínica, y disminuir la utilización ineficiente, el ahorro potencial de estas medidas es alto pero teniendo en cuenta que su efecto solo puede producirse a medio y largo plazo, se precisa de la colaboración de los profesionales de salud, fomentando la formación de la medicina basada en la evidencia, evaluando la utilización tecnológica, su seguridad y la relción coste-efectividad para adecuarla a las necesidades de salud.
-Athenea-